Contacté con C. por las mismas fechas más o menos que con P., pero tardé más en quedar con ella, por eso de las visitas de su ex al niño y tal. Lo típico, buen rollito, risas, msn, y teléfono. El plan, mi preferido, ya sabéis, tapas y musiquita en vivo, no le desagradó en absoluto, que para algo es una gran entendida en música y amante de ir a conciertos; de hecho ha viajado bastante para ver a sus grupos favoritos. Treinta y cuatro años, muy divertida, con curvas generosas pero bien proporcionada, y una delantera de infarto.
Todo empezó estando de pie en la barra escuchando blues del bueno en el garito de turno. Ya habían caído varias cervezas y estábamos muy relajados, y mientras discutíamos sobre a quién le tocaba pagar la última ronda se me tiró encima sin que me lo esperase. Quizá sea la mujer que mejor me ha besado hasta ahora. Qué repertorio, oiga, para hacer un catálogo. Ella me dijo que yo besaba muy bien, lo cual, viniendo de ella, fue todo un halago.
Cuando acabó el concierto y nos íbamos, me dejó claro que no iba a pasar nada más, que nunca se había ido con un tío la primera noche, y lo acepté sin decir ni una palabra más. Le dije que de todas formas quería asegurarme que llegaba bien a su casa -bastante retirada-, y que la seguiría con mi coche. Y era verdad, no pretendía nada más, pero sabía que no estaba acostumbrada a beber, e insistí en dejarla en casa sana y salva.
Hasta allí fuimos y salió del coche disparada hacia el portal sin ni siquiera mirarme mientras decía: "Un momento, que voy al baño, que no me aguanto". Me quedé esperando con un frío que hacía del carajo, y empecé a notar que también me lo haría encima si no descargaba enseguida, así que en cuanto la vi aparecer le pedí que me dejase usar su cuarto de baño. Me alivié, y ya me iba a despedir de ella. Pero la despedida se prolongaba más y más. Y una cosa empezó a llevar a la otra, mientras ella decía "Joder, que de verdad que nunca me voy con un tío la primera noche", y yo: "Tranquila, nena, sé que soy irresistible, y no te culpo por ello". Con esto se relajó bastante y nos fuimos a la habitación, donde descubrí la más activa, fogosa, lujuriosa, exigente y escandalosa -qué gritos- de las amantes que he tenido. Que no es que haya tenido muchas, ni pocas, pero difícilmente habrá otra igual que C.
Hemos vuelto a vernos varias veces, con el acuerdo -sin ni siquiera haberlo hablado, no ha hecho falta- de que es una relación sin ningún tipo de compromiso. Nos vemos como dos adultos que se atraen cuando están juntos y que disfrutan del sexo sin ataduras de ningún tipo. Que también está bien de vez en cuando. Porque cuando los sentimientos entran en juego, como dije al final de la entrada anterior, la cosa cambia totalmente.